¿Qué necesitan los niños?
Educar desde la perspectiva de la disciplina positiva
[Fragmento traducido del libro de Jane Nelsen, Disciplina Positiva para Preescolares]
Hay una diferencia entre querer y necesitar. Las necesidades de tu hijo son más sencillas de lo que te puedan parecer. Todas las necesidades de los niños -que no sus deseos- deberían estar cubiertas. Pero cuando accedes a cumplir todos sus deseos, puedes crear un gran problema para tu hijo y para ti.
Por ejemplo, tu hijo en edad prescolar necesita comida, un hogar y un sentido de pertenencia. Necesita calidez, confianza y seguridad. No necesita un smartphone o tableta, una televisión en su cuarto, o el nuevo juguete que compró su amigo -aunque quiera realmente estas cosas. Puede que le encante ver televisión, aunque los expertos nos dicen que el uso de pantallas a esta edad puede perjudicar el buen funcionamiento del cerebro.
En estos primeros años, tu hijo tiene cuatro necesidades básicas:
- Sentido de pertenencia y significado (conectar)
- Sentido de poder personal y autonomía (sentirse capaz)
- Habilidades sociales y emocionales (contribuir)
- Disciplina con amabilidad y firmeza que educa (con dignidad y respeto)
Si estas necesidades están cubiertas, tu hijo estará bien encaminado para convertirse en un ser humano competente, con recursos y satisfecho.
La importancia del sentido de pertenencia y significado (pilar de la disciplina positiva)
“Claro, por supuesto”, puedes estar pensando. “Todo el mundo sabe que un niño necesita pertenecer”. La mayoría de los padres cree que lo que de verdad necesita un niño es bastante sencillo: amor. Pero el amor por si solo no siempre crea un sentido de pertenencia y dignidad. De hecho, en nombre del amor los padres muchas veces miman a sus hijos, los castigan o toman decisiones que van en contra del interés de sus hijos a largo plazo.
Todos -adultos y niños- experimentamos ese deseo de pertenecer a algún sitio. Para los niños, esa necesidad es aún más crucial. Después de todo, están aún aprendiendo sobre el mundo que les rodea y el lugar que ocupan en él. Necesitan saber que se les quiere y acepta incluso cuando tienen un berrinche, tiran los cereales, rompen la taza favorita de papá, o vuelven a ensuciarlo todo en la cocina.
Los niños que no sienten que pertenecen se vuelven desmotivados y los niños desmotivados son a menudo aquellos que decimos que “tienen mal comportamiento”. Nótese que decimos “no sienten” (o no creen). Puede que como padre sepas que tu hijo es importante y pertenece. Sin embargo, si el niño no lo siente (a veces por razones como el nacimiento de otro hermano) puede tratar de encontrar ese sentimiento de pertenencia en formas equivocadas. De hecho, la mayoría del mal comportamiento de los niños es una suerte de “código” que el adulto debe interpretar como una señal de falta de sentido de pertenencia en el niño y que requiere toda la atención, conexión, tiempo y educación del adulto hacia el niño.
Cuando logras crear ese sentido de pertenencia y significado en cada uno de los miembros de tu familia, tu hogar se convierte en un lugar pacifico, respetuoso y seguro.
Poder personal y autonomía (sentirse capaz)
El niño en edad prescolar nunca aprenderá a tomar decisiones, adquirir nuevas habilidades o desarrollar la confianza si no se crean condiciones para que practique -incluyendo cometer errores. Educar a un niño en edad prescolar implica para el adulto renunciar al ideal de perfección.
Las palabras no son suficientemente poderosas para hacer que los niños se sientan capaces y desarrollen la confianza. Los niños se sienten capaces cuando experimentan y hacen cosas por sí solos, de forma imperfecta, aprendiendo y desarrollando nuevas habilidades.
Desarrollar la autonomía e iniciativa son las primeras tareas a las que el niño se enfrentará. Y, nos guste o no, incluso los niños más pequeños tienen poder personal -y aprenden rápidamente cómo usarlo. Si tienes dudas sobre esto, recuerda la última vez viste a un niño de cuatro años sacar la mandíbula, cerrar los brazos y decir bien claramente, “¡No quiero!”.
Parte del trabajo como padre consistirá en ayudar al niño a canalizar su enorme poder de forma positiva -ayudarlo a resolver problemas, aprender habilidades para la vida, desarrollar un sentido de responsabilidad, respetar y cooperar con los demás.
Habilidades sociales y emocionales
Enseñar a tu hijo habilidades -cómo llevarse bien con otros niños y adultos, cómo vestirse y calzarse por si mismo, cómo ser responsable – ocupará la mayor parte de tu tiempo en estos años prescolares. Pero la necesidad de practicar habilidades sociales nunca desaparece. De hecho, la verdadera autoestima no la da el amor, los premios o las golosinas, sino el tener habilidades.
Diferentes estudios han demostrado claramente que el éxito académico -la habilidad de desarrollarse bien y aprender en la escuela- depende del desarrollo de la autorregulación, conciencia emocional y de la habilidad para socializar y trabajar con los demás. Ningún niño nace con estas complejas habilidades. Enseñarlas es parte del proceso de la disciplina positiva.
Cuando los niños son pequeños, les encanta imitar a los padres. Tu hijo querrá clavar puntas contigo, apretar el bote de jabón, preparar el desayuno (con mucha supervisión). A medida que crezca y se haga más hábil, podrás usar cada uno de estos momentos cotidianos para enseñar a tu hijo a ser una persona competente y capaz. Aprender juntos estas habilidades puede crear a veces desorden y suciedad, pero también es una parte divertida y valiosa de la educación de tu hijo.
Disciplina amable y firme que educa
El castigo podría parecer que funciona a corto plazo. Después de todo, los niños generalmente dejan de hacer lo que están haciendo cuando se les grita, amenaza, ridiculiza o se les pega. Pero lo que no vemos es lo que el niño piensa, siente y decide hacer como resultado de esa experiencia.
Los niños en edad prescolar tienen mucho que aprender. Educarlos con respeto y firmeza no solo estrecha los lazos entre padres e hijos, sino que es más efectivo a largo plazo a la hora de cambiar un comportamiento. Aun así, a muchos padres les cuesta creer que el castigo no funciona de la manera que ellos creen que debería.
Educar desde la disciplina positiva requiere un cambio de paradigma -una manera radicalmente diferente de ver la disciplina. A menudo, los padres se hacen las preguntas incorrectas. Con frecuencia quieren saber:
- ¿Cómo hago para que mi hijo entienda?
- ¿Cómo hago para que entienda el “no”?
- ¿Cómo hago para que me escuche?
- ¿Cómo hago para que desaparezca este problema?
Todas estas preguntas están basadas en razonamientos a corto plazo. A aquellos padres que les cueste aceptar métodos no punitivos quizás les resulte más fácil hacerlo si se hacen las preguntas adecuadas -y experimentan los resultados que ese cambio de perspectiva crea en ellos y en sus hijos:
- ¿Cómo ayudo a mi hijo a sentirse capaz?
- ¿Cómo ayudo a mi hijo a experimentar un sentimiento de pertenencia y significado?
- ¿Cómo ayudo a mi hijo a aprender respeto, responsabilidad y habilidades para resolver problemas?
- ¿Cómo aprendo a ponerme en el lugar de mi hijo y comprender su proceso de desarrollo?
- ¿Cómo puedo transformar los problemas en oportunidades para aprender -para mi hijo y para mí?
Todas estas preguntas están basadas en razonamientos a largo plazo. Cuando hacemos esto, las preguntas a corto plazo se resuelven por sí mismas. Los niños “entenderán” y cooperaran (al menos la mayor parte del tiempo) cuando experimenten sentido de pertenencia y significado; entenderán “no” cuando estén cognitivamente preparados y se les involucre en la búsqueda de soluciones a los problemas y escucharán cuando sus padres los escuchen a ellos y les hablen de una forma que invita a la escucha. Los problemas se solucionan más fácilmente cuando se involucra a los niños en el proceso.
La mayoría de los padres lo han hecho alguna u otra vez, pero por favor:
- Si pegas a tu hijo, deja de hacerlo.
- Si le gritas, le hablas mal o le das un sermón, deja de hacerlo.
- Si usas amenazas o advertencias, deja de hacerlo.
Todos estos métodos son irrespetuosos y fomentan baja autoestima, culpa, vergüenza o rebelión -ahora y en el futuro.
“Espera un momento”, a lo mejor estás pensando. “Estos métodos les funcionaron a mis padres. Me estás pidiendo que deje de usar todas las herramientas que tengo para lidiar con el comportamiento de mi hijo. ¿Qué se supone que tengo que hacer? ¿Dejar que mi hijo haga lo que quiera?” Evidentemente, no. La permisividad es irrespetuosa y no enseña responsabilidad ni habilidades importantes para la vida. El único comportamiento que realmente puedes controlar es el tuyo. Cada vez que intentamos controlar el comportamiento de los niños a menudo creamos más problemas y más luchas de poder. En los próximos artículos, ilustraremos algunos métodos que invitan a la cooperación al mismo tiempo que motivan al niño a desarrollar valiosísimas cualidades para la vida.
Convivir con un niño activo y retador en edad preescolar se vuelve mucho más fácil cuando aceptamos que una educación positiva no puede darse bajo amenazas. Los niños no escuchan cuando sienten miedo, se sienten heridos o enfadados. El castigo descarrila el proceso de aprendizaje.