La Universidad Complutense de Madrid lanza un programa piloto para reducir el estrés de los alumnos en época de exámenes a través de la interacción con animales
(COLPISA, Isaac Asenjo).
Quien no haya sentido alguna vez ansiedad en época de éxámenes es porque quizás nunca se ha visto ante uno importante. Es normal sentirla puesto que es un mecanismo natural de protección pero el problema está cuando se vuelve irracional y la subida de pulsaciones o sudoración hace que uno pierda el control. En época de exámenes, el estrés se dispara. Entre el 15% y el 25% de los estudiantes españoles presentan niveles muy elevados de ansiedad, según diversas investigaciones realizadas por el profesor de Psicología de la Universidad CEU San Pablo, Fernando Miralles. Otro estudio de la Universidad de Almería eleva que el 35% de los universitarios sufre ansiedad durante las pruebas académicas. Y los centros Nascia, en un estudio reciente determina que el 60% de los estudiantes universitarios sufre episodios de estrés y ansiedad a lo largo de su periodo académico. Según la OMS, alrededor de 260 millones de personas en el mundo sufrieron trastornos asociados a esas emociones durante 2017.
Entre las terapias usadas para calmar estos trastornos se encuentran los animales. Muchos conocen el papel de los perros acompañantes, guardianes o guías, sin embargo son menos los que saben de su poder terapéutico. Una autoridad que forma parte de la historia, donde los griegos daban paseos a caballo para aumentar la autoestima de las personas o cómo los egipcios atribuían a los animales la capacidad de sanar algunas dolencias. Actualmente no son pocos los estudios que advierten de que la interacción con los canes produce un aumento en endorfinas, oxitocina y dopamina – neuroquímicos relacionados con la felicidad y las relaciones afectivas.
En España ya existen algunos centros hospitalarios que han puesto en marcha varios programas para promover mejoras a nivel físico, emocional, o cognitivo del paciente. También ha llegado a otras instituciones como a centros penitenciarios o universidades. Hace algunas semanas la Universidad Complutense de Madrid (UCM) llevó a cabo una iniciativa junto a la Fundación Affinity bautizada como ‘Compludog’, consistente en un programa experimental -pionero en una universidad española- que tiene como objetivo reducir el estrés y aumentar el bienestar de los alumos en época previa a los exámenes a través de la interacción con animales. Mediante actividades y métodos basados en el adiestramiento en positivo, los estudiantes – interactúan tres cuartos de hora a la semana -durante los meses de noviembre y abril en tres sesiones- con varios canes procedentes de refugios dentro de un aula de la propia facultad. «El estrés tiene una incidencia negativa tanto en el aprendizaje como en la relación con los compañeros o la comunidad universitaria; incluso en algunos casos puede provocar el abandono de los estudios», cuenta Mercedes García, directora del grupo Pedagogía Adaptativa de la Facultad de Educación de la Complutense y coordinador de ‘Compludog’.
La iniciativa nace de la tesis doctoral de Diana Peña, una estudiante de Pedagogía que quiso demostrar que los perros de terapia reducen el estrés de los estudiantes después de las evidencias en otros programas establecidos en universidades de Canadá, Estados Unidos y Reino Unido. Para ello ha puesto en marcha un estudio piloto con 65 estudiantes de primer año de grado de las Facultades de Química, Trabajo Social, Enfermería y Educación , con quienes durante el pasado curso llevó a cabo un programa de intervención asistida con tres perros (Scott, Pepo y Lupita), cada uno con una personalidad diferente para adecuarse a las circunstancias propias de cada universitario.
Las conclusiones, realizadas a través de encuestas con los estudiantes participantes tanto antes como después de realizar el programa, denotan una importante disminución del estrés que acumulan en su vida diaria, así como un mejor desarrollo de sus habilidades sociales. «Los resultados no se reducen al tiempo en el que están con los animales, sino que perdura durante mucho más tiempo», indica García.
El siguiente paso del grupo de Pedagogía Adaptativa es dar validez científica a esos resultados a través de variables objetivas, como la medición de cortisol en saliva, método utilizado para cuantificar el estrés, y determinar el índice de felicidad, el estrés percibido y las diferencias entre el antes y el después de las sesiones. Para ello han sumado al proyecto a la Fundación Affinity, especializada desde hace cerca de tres décadas en el desarrollo de programas de intervención asistida con animales.
Diferentes fases y objetivos
La experiencia se ha desarrollado en tres fases -presentación y contacto, reconocimiento de sentimientos y comunicación; y relajación, en la que se da cabida a la apertura emocional- en un aula preparada para que exista un espacio libre para la interacción entre los profesionales, estudiantes y los animales. Las sesiones las imparten la propia Diana Peña, con Scott, y María del Carmen Serrano, que trabaja con Lupita. «Scott es el perro ideal para una primera toma de contacto porque es muy cariñoso, sociable y se deja abrazar, mientras que Lupita es un galgo hembra que con un historial de maltrato y es más miedosa, lo que fomenta su necesidad de protección y la relación con los estudiantes se hace diferente. Pepo -el más alegre de los tres- se intercala con los otros dos según el objetivo de la terapia en ese momento», explica García.
Cada sesión tiene unos objetivos y se trabaja con uno o dos canes diferentes. El proceso debe constituirse como «un juego para los animales» con el objetivo de no alterar sus niveles psicológicos y la posibilidad de trabajar sin correa «siempre que sea viable», de manera que el animal tenga libertad y haya un «beneficio mutuo».
«Si las hipótesis se cumplen con totalidad y los resultados son adecuados, la idea es volver a implementar otra vez el proyecto en la misma situación, quizá ampliando el número de estudiantes, los cursos y otras facultades, siempre que tengamos las facilidades para llevarlas a cabo con un objetivo educativo», finaliza Mercedes García.