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«Los cuentos son un medio fantástico para aprender a gestionar las emociones»

DM May 31

ELENA MARTÍN LÓPEZ.

Eva Clemente, fundadora de Emonautas, que edita libros infantiles, defiende las bondades de la educación emocional.

El concepto de inteligencia emocional ha irrumpido con fuerza en psicología en las últimas décadas. Aunque hasta hace poco el éxito académico y profesional se medía con el cociente intelectual, muchas teorías ya consideran que las capacidades y habilidades están más ligadas a las emociones de lo que se pensaba. Gran parte de nuestras decisiones están influenciadas por los sentimientos. La inteligencia emocional trata de potenciar aspectos como el autocontrol, la automotivación, la empatía o la autoestima, para poder reconocer y controlar las emociones, haciendo que tengamos relaciones más sanas y tomemos mejores decisiones. Daniel Goleman popularizó el concepto que se ha colado en las aulas como educación emocional. También en los libros, desde los manuales educativos para padres, hasta los cuentos. Y de la convicción de la importancia de potenciar las emociones desde la infancia y la pasión por los cuentos nació la editorial Emonautas, fundada en 2015 por Eva Clemente y Teresa Arias para publicar cuentos sobre educación emocional. ‘El abrigo de Jana’, que aborda la autoestima; ‘¡Estoy aquí!’, sobre cómo enfrentarse a los problemas, o ‘Si yo tuviera una púa’, en torno a la importancia de la asertividad son algunos de sus títulos. «Queremos compartir lo que hemos aprendido de adultas y nos hubiera gustado saber desde niñas», dice Eva Clemente, escritora, diseñadora gráfica e ilustradora sobre su motivación educativa y empresarial. «Queremos contribuir a una educación respetuosa, no impositiva y que estimule la autonomía y pensamiento crítico de los pequeños», añade. Su calendario de publicación es limitado y seleccionan muy pocas obras «sobre temas relacionados con la gestión emocional desde un enfoque respetuoso, que tengan calidad literaria y mejor con humor». «A partir de estas premisas, es más una cuestión del impacto que nos cause la historia. Buscamos ese efecto ‘Whoohw’ y los dejamos reposar para ver si la historia perdura en nuestra memoria», explica. «Los cuentos son algo maravilloso. Su combinación única de lo visual, lo literario, lo fantástico, lo compartido –el vínculo de leer un cuento de padres a hijos– lo convierten en un medio magnífico para que los pequeños aprendan a gestionar su relación con el mundo y con ellos mismos», argumenta Clemente sobre su apuesta. Muchos de los cuentos que publican incluyen en sus últimas páginas «guías para padres y educadores» que revisan psiquiatras, psicopedagogos o educadores. «Siendo tan importante el tema de la educación, nos interesaba mucho ofrecer más herramientas teóricas y prácticas a padres y educadores. Por eso, todos los cuentos incluyen una guía con propuestas prácticas y juegos para dar ideas e incentivar a seguir explorando, investigando y aprendiendo. Nunca para imponer recetas fijas», destaca Clemente. El progresivo auge de esta corriente invita a preguntarse si se trata de una nueva moda o si realmente la educación emocional es importante. «Hay un ‘boom’ de todo lo relacionado con las emociones, por lo que sí, podría decirse que es una moda; pero bajo esa marea de productos comerciales que versan sobre el tema hay una corriente real», dice la escritora. «La educación emocional busca su hueco y creo que poco a poco lo hallará. Es un camino nuevo que no está trazado», continúa. «Siempre ha sido importante en el desarrollo emocional de las personas. Pero es cierto que los jóvenes de hoy están bajo la influencia de una increíble cantidad de estímulos y referentes cuando su personalidad aún está en desarrollo. Por eso es muy importante conseguir una buena autoestima desde niños», razona. ¿Debería ser una asignatura más de colegio? «Más que una asignatura o una enseñanza, la educación emocional trata de ofrecer un acompañamiento continuo desde el respeto y el permiso. La inteligencia emocional está ligada a todos los aspectos de la vida. Saber analizar de qué recursos disponemos, reconocer las emociones y saber canalizarlas desde pequeños, nos ayudará de adultos a gestionar mejor nuestra relación con nosotros mismos y con los demás, y probablemente a ser más exitosos y felices», concluye.