«¿Deberes? No digo que no, pero los niños deben disfrutar. La infancia vuela»
Ángela Casado. La escuela debe ser un espacio en el que maestro y alumnos debatan y aprendan gracias a la reflexión. Un lugar donde los más pequeños tengan ganas de volver cada día. Así lo defiende César Bona (Zaragoza, 1972), el único profesor español que quedó finalista en los ‘Global Teacher Prize’ de 2015, un premio considerado el Nobel de la educación. Desde entonces, recorre España para aprender sobre las distintas formas de educar que se desarrollan en diferentes colegios, escribe libros acerca de sus experiencias y ofrece ponencias sobre su visión acerca del aprendizaje.
–Acaba de presentar su nuevo libro, ‘La emoción de aprender’, ¿qué encontrarán en él sus lectores? –Es un libro más dicífil de explicar que de leer. Trata sobre las diferencias que existen entre los individuos, que todos somos distintos entre nosotros pero, a la vez, eso implica que todos podemos aprender de todos. Habla de las relaciones humanas: son complejas y tenemos que empezar a conocernos un poco más a nosotros mismos para empezar a comprender a los demás. –Esta tarde dará una charla frente a 500 personas en la Universidad del Atlántico, donde le escucharán muchos estudiantes de Magisterio. ¿Los cambios que necesita la educación está en ellos? –La esperanza está ahí. Aunque la educación incumbe a todos, no solo a la familia y la escuela, es verdad que los maestros y maestras tenemos un papel muy importante que jugar en ella. Es muy importante que quienes estudien la carrera tengan claro que es una profesión muy difícil y a la vez un privilegio. Me gusta mucho hablar con estudiantes que van a ser maestros y que se den cuenta que solo podemos exigir aquello que podemos dar, que debemos mirar mucho más hacia lo social, hacia el respeto. –Cada cambio de Gobierno trae consigo modificaciones en los planes de estudios. ¿Debería protegerse la educación para que los niños no sufran estos cambios? –Cuando hablamos de política, todo se suele tratar a corto plazo.
Futuro «La esperanza está en quienes se forman ahora para ser maestros, su papel es fundamental»
Y la educación, precisamente, influye a largo plazo. Eso se va viendo a medida que uno va creciendo. Es algo demasiado importante y los políticos deberían pensar en que no se representan únicamente a ellos mismos o a sus partidos, sino a toda la sociedad. Con sus decisiones van a influir a millones de personas. –El cambio en las aulas comienza en aquellos que ahora se están formando para ser profesores. –Sí, y también tiene que cambiar la mirada que la sociedad tiene de la educación. En la universidad he hablado con muchos chicos y chicas que han terminado la carrera y dicen ‘Y ahora, ¿qué? Me voy a enfrentar a muchas cosas desconocidas’. ¿Qué ocurre? Que después queremos educar de la misma forma en la que hemos sido educados.
Como todo evoluciona, tenemos que pensar en que tenemos que educar para un mundo en continuo cambio. Debemos mirar hacia la sociedad, hacia el medioambiente y hacia el respeto en todos los sentidos. A uno mismo, a los demás y a las diferencias. Y también dar importancia a la gestión de las emociones. Las decisiones más importantes que tomamos lo hacemos desde las emociones: la ira, la alegría… Nos tienen que dar las herramientas a los docentes para que sepamos gestionarlo e inculcárselo a los niños.
Evaluación «Los niños son mucho más que una nota númerica. Tenemos que dialogar entre padres y docentes»
–Algunos padres centran la atención en la nota númerica que reciben sus hijos, ¿debe cambiarse esa visión e ir más allá? –Los niños son mucho más que una nota. Cuesta convencer de esto, pero nos tenemos que dar cuenta. Las familias y los docentes tenemos que trabajar en equipo, tiene que haber diálogo si queremos sacar lo mejor de los pequeños. Creo que hay pocas cosas que hagan más feliz a un niño que el hecho de ver que sus padres y sus maestros trabajan juntos. –Los exámenes son el principal método de evaluación en las aulas, ¿cree que es el más adecuado? –Hay tres verbos en torno a la educación: aprender, evaluar y examinar. De forma natural y porque tenemos curiosidad, aprendemos. También de forma natural evaluamos aquello que tenemos alrededor, para evolucionar y mejorar. Parece que el verbo que más pesa es examinar, cuando tendrían que ser los dos primeros acompañados de la reflexión. Reflexionando es como una persona crece. –Los deberes: sí o no. –Puede. Y según. Y cómo. Y para quién. Y cuándo. No digo que no, pero también digo que los niños no pueden estar haciendo deberes hasta la hora de cenar.
«Como adultos, queremos gente comprometida a nuestro alrededor. Eso no aparece, eso se educa»
Otro de los fines de la educación es conseguir que tengan ganas de volver al día siguiente. Si pensamos en que a nosotros nos gusta disfrutar de nuestra familia, tenemos que ver que a los niños también les gusta. Tienen que disfrutar de su infancia y los padres de sus hijos. Tienen derecho a disfrutar. La infancia vuela, si hay una idea importante a destacar, es esa. –Usted aboga por dar voz a los niños, que sean parte activa de las decisiones que se toman dentro de los colegios. –A nuestro alrededor queremos gente que participe, que se implique, que se comprometa. Eso no aparece de repente, eso se educa. La escuela es un buen lugar para ello. ¿Cómo? Dando voz, pidiendo opinión. En el momento en que uno no toma decisiones, termina acatando las de otros.