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«El gobierno de todas las instituciones dedicadas a la infancia debe habilitar organismos que den voz a los niños»

DM Dic 23

Mar Romera preside la Asociación Francesco Tonucci, una organización que surgió hace 15 años con el objetivo de visibilizar la pedagogía y el concepto de infancia. La institución la integran en su mayoría docentes, muchos de ellos también madres y padres, que pretenden, principalmente, «dignificar la infancia».

Santander

Patricia Delgado

–Usted defiende una educación CON la infancia y no PARA la infancia, ¿qué papel desempeñan hoy en día los niños en su educación y cuál debería ser?

–Hay que darles voz. Hay tres artículos claves en la Convención Internacional de los Derechos de los Niños: la participación y por tanto tener opinión; el juego, entendido como el medio fundamental de desarrollo; y la autonomía, que propicia un crecimiento integral. A partir de aquí, el gobierno de todas las instituciones dedicadas a la infancia debe diseñar y poner en marcha organismos que den voz a los niños, como el Consejo de Infancia.

–¿Trabaja el profesorado en esta línea de dar protagonismo y voz a los niños?

–Esto es muy personal. Sí es verdad que hay proyectos en centros educativos que se involucran en global, pero también es verdad que hay muchas personas que se involucran a una escala más personal. No se pueden hacer muchas generalizaciones.

–¿Cuáles son las virtudes y los fallos de la educación actual?

–Nuestro sistema educativo tiene como principal debilidad que está pensado y diseñado por adultos, para adultos que no tienen en cuenta para quien de verdad debería ser, que son los niños.

Otra debilidad fundamental es el perfil del profesorado, es su formación y preparación. Como dijo Tonucci en 2016, no necesitamos buenas leyes, necesitamos buenos maestros, necesitamos un cuerpo docente que sea excelente. Es la profesión de las profesiones. Nunca ha sido considerada así ni ha tenido ningún prestigio social ni económico. Parece que a la docencia han llegado todas aquellas personas que no han encontrado su lugar en otro sitio, pero no ha sido su primera elección.

En el siglo XXI nuestros niños y niñas necesitan una formación integral y personalizada que les lleve a ser personas autónomas y responsables en este momento absoluto de cambio que les ha tocado vivir, preparados para tomar decisiones, para tener un pensamiento crítico, para innovar, fracasar… pero no preparados para ser autómatas.

El sistema educativo en el que nos movemos es, desde mi punto de vista, un sistema más obsoleto, anclado en estructuras disciplinares o asignaturas que en el siglo XXI ya no tienen ni cobertura ni sentido.

En cuanto a sus fortalezas, tengo que remitirme a lo mismo, hay muchas personas, muchos docentes muy involucrados, con muy buena voluntad, que trabajan así.

–El sistema educativo es un ente de tal magnitud que, ¿cómo se cambia a tanto nivel?

–Hay que irse al origen. Lo primero que hay que cambiar es la formación inicial. Luego y de manera muy urgente, es necesario cambiar las políticas de recursos humanos y con ellas el acceso a la función docente; tenemos un sistema de oposiciones de hace tres décadas y si el sistema como tal es obsoleto, el de oposición no tiene ningún sentido.

Para mí sería fundamental profesionalizar los equipos directivos y que hubiese una sistematización de autonomía en los centros mucho más potente y real.

Estamos iniciando el siglo XXI, para mí el Covid en 2020 nos ha dado el pistoletazo de salida y ha puesto sobre la mesa la gran oportunidad de revolucionar el sistema. Las asignaturas deben desaparecer como tales, necesitamos buscar un modelo competencial e interdisciplinar y que eso nos lleve además a una educación personalizada.

Una gran crisis puede suponer una gran revolución. Esta crisis nos puede llevar a dar un paso hacia atrás de más de dos décadas o, por el contrario, puede ser lo que nos permita una revolución real para el diseño de otro sistema educativo.

Yo tenía la ilusión de que fuese así, pero hablo en pasado, cada día lo veo más imposible. No obstante, me gusta ser positiva y siempre digo que desde la ciencia y la práctica reflexiva, existen modelos y diseños que me demuestran que se puede hacer de otra manera.

En el modelo de Educar con tres C que he diseñado: Capacidades, Competencias y Corazón, se relativiza todo a que es posible hacerlo, solo es necesario que el profesorado entienda que es un educador, que se convierte en modelo de los niños y de las niñas y que en el siglo XXI los niños aprenden el ser y no el saber, porque el saber no es nada sin el ser. No podemos dejar que la escuela siga siendo una institución transmisora de información porque ahí ya está Google, eso no tiene sentido.

«Necesitamos un cuerpo docente excelente. Esta es la profesión de profesiones y nunca se ha considerado así»

«La escuela debe compensar lo que no se da de manera natural y enseñar a los niños ‘a’, no ‘acerca de’»

Mar romera. Presidenta de la Asociación Pedagógica Francesco Tonucci