La importancia de los aplausos
«Nos llegan y nos reconfortan», agradecen los profesionales de la sanidad
No es el ruido del claxon, ni el del trajín de idas y venidas, ni el murmullo de las conversaciones. De manera excepcional lo que eleva los decibelios estos días son los aplausos. Millones de personas se asoman cada tarde al balcón para agradecer con este gesto simbólico y universal la labor de los sanitarios que luchan contra el coronavirus. Todos los días, desde el sábado. A las diez de la noche el primer día, a las ocho se convocó los siguientes para que puedan asomarse también los niños. Mucha gente llora en el balcón. Muchos lloran cuando los escuchan en boxes o a las puertas de las urgencias donde trabajan. «Claro que te llega ese aplauso. Y te emociona. Estaba atendiendo a una paciente el otro día cuando la gente empezó a aplaudir. La mujer se puso a llorar y me dijo: ‘¡Qué bien nos tratáis…! Estáis aquí atendiéndonos, con vuestras familias en casa…». Y Yadith González, enfermera en un hospital de Madrid, se emocionó también.
«Es un gesto de un valor incalculable. No somos conscientes del impacto positivo que eso genera», advierte Juan Castilla, psicólogo clínico. Impacto para el que lo recibe –muchos profesionales de la sanidad están devolviendo ese aplauso a la ciudadanía– y también para el que lo da. «La gente sale al balcón porque así siente que está haciendo algo más por revertir la situación que quedarse en casa. Se sienten parte de un movimiento, protagonistas de una acción conjunta».
La iniciativa, ya una suerte de rutina, «compensa» a unos profesionales que están «desbordados» con esta crisis. «Enfermeras me cuentan que han visto ataques de ansiedad entre compañeros. La ansiedad es un miedo mal gestionado. Los sanitarios son humanos y se sienten vulnerables. Imagínate que eres médico y tienes un hijo. Cada noche vuelves a casa con el miedo». Lo puede contar en primera persona Yadith, que vive con una sobrina de 9 años. «Cuando llego a casa le digo: ‘Espera que me voy a duchar’. Y nos hemos aprendido un saludo con el codo. Intento hacérselo sencillo».
– ¿Va a pasar factura a los sanitarios esta crisis?
– Total. Son personas muy meticulosas en su trabajo a las que les cambian los protocoles a veces más de una vez en el día, que están sometidas un cansacio físico y mental tremendo, además de a la presión mediática, que duermen mal, que se alimentan peor estos días… Por eso, los aplausos tienen un valor incalculable –insiste Castilla–.
«Los aplausos se agradecen, pero no solo necesitamos aplausos. Necesitamos sentirnos seguras. Ahora mismo nos sentimos desprotegidas porque faltan mascarillas, batas… Todo héroe necesita su traje, ¿no? Pues nosotras también», lanza un mensaje a las autoridades Marta Ferrero, secretaria del Sindicato de Enfermería de Euskadi (Satse), que ha desarrollado casi toda su carrera profesional en las urgencias del hospital vizcaíno de Galdakao. La segunda petición la hace Marta ejerciendo de altavoz de todos los profesionales consultados en este reportaje: «Que la gente se quede en casa».
– Hay quien desoye la orden. ¿Qué lectura tiene eso?
– Detrás de la mayoría de esos comportamientos hay un mecanismo de defensa contra el miedo. Ocurre como en la primera fase del duelo, se produce una no aceptación de la situación. Por eso hay quien dice: ‘Si ese pasea al perro, ¿por qué yo no puedo salir?’. No aceptan la gravedad de la situación, lo hacen de manera inconsciente. No se están dando cuenta de lo importante que es que no te muevas para que no ‘muevas’ el virus. Y también hay una suerte de mecanismo de rebeldía: si el Gobierno y la autoridad me dicen que me quede en casa, yo salgo –explica el psicólogo Juan Castilla–.LOS SANITARIOS DEVUELVEN EL APLAUSOEzequiel Pérez Campos. Jefe de Ginecología y Obstetricia del Hospital Asociado Universitario de Requena (Valencia)
«Agradecemos que la sociedad se esté acordando de nosotros y valorando el trabajo y el riesgo de enfermar que corremos a diario. Yo atiendo a mujeres embarazadas que, aunque no son grupo de especial riesgo, están lógicamente angustiadas en estos momentos. Queremos que tras la crisis se siga dando a la sanidad pública la importancia que tiene, y se nos remunere como corresponde porque somos una profesión maltratada. Ahora mismo somos el pilar, pero después de esta crisis nuestro trabajo seguirá siendo importante, aunque sea sin aplausos».Yadith González Soluma. Enfermera de una clínica privada de Madrid
«El valor de esos aplausos es incalculable, te hacen sentir valorada y apoyada. Estamos en una situación compleja, pero queremos estar al pie del cañón. Y tenemos miedo, claro que lo tenemos. Yo llego a casa y está mi sobrina, que tiene 9 años. Pienso que esta situación nos va a pasar factura porque a veces siento que necesito descansar pero me llaman y hay que ir. Tenemos un psicólogo en el centro que nos está ayudando mucho, que está pendiente a través de un grupo de WhatsApp de cómo estamos. Nosotros, los profesionales de la sanidad también necesitamos expresarnos y desahogarnos».Marta Ferrero. Secretaria del Sindicato de Enfermería de Euskadi (Satse)
«Los aplausos te emocionan en el momento y los agradecemos mucho. Los profesionales tenemos asumido que podríamos contagiarnos. Eso lo sabemos, pero hay que darse cuenta de la importancia de que no caigamos enfermas porque si una cae hay que aislar a muchas profesionales más con las que esa persona ha estado en contacto. Y ahora mismo somos imprescindibles porque tenemos que seguir curando a la gente. Por eso queremos aprovechar cada altavoz para pedir que nos doten del material que necesitamos. Y también pedir a la ciudadanía que lleve a rajatabla la prohibición de no salir».Ana B. Auxiliar de enfermería en el Hospital Puerta de Hierro de Madrid
«Escuchar esa muestra de solidaridad te emociona, te emociona mucho. Pero si no lo hicieran yo haría mi trabajo igualmente. Es una labor a la que me dedico al cien por cien, es una profesión que me encanta. Pero sé que a muchos compañeros los aplausos les afectan mucho en el sentido de que se encuentran más motivados. Pero, por otro lado, no podemos obviar que estamos también muy quemados porque no tenemos equipo de protección individual. Es una exigencia que estamos trasladando todo el colectivo de sanitarios porque es una necesidad».
Las recomendaciones del Colegio de la Psicología de Madrid
Comprender la realidad:«La realidad lamentablemente es la que es. Es imprescindible que colaboremos permaneciendo en casa».«Vamos a hacer lo correcto»:«Debe ser una idea constante en nuestro pensamiento y en las conversaciones».Planifica la nueva situación:«Vamos a modificar nuestras rutinas. Piensa en actividades para hacer en solitario o en compañía y escribe todas las ideas en un papel. Puede ayudar hacer una especie de horario».Infórmate bien:«Busca solo fuentes oficiales y evita la sobreinformación porque puede ser nociva y provocar sensaciones de desasosiego que son absolutamente contraproducentes. Evita hablar constantemente del tema, especialmente a los más pequeños».Mantengamos los contactos:«Hay que estar conectados con familiares, amigos, compañeros de trabajo y especialmente con los mayores. Conversar con ellos sobre cómo estamos afrontando la situación nos ayudará; evitando alimentar miedos e inquietudes».Aprovecha el momento:«Para hacer cosas y disfrutar de momentos que casi nunca podemos vivir por el ritmo y organización de vida que solemos desarrollar: jugar con nuestros hijos, lectura, seleccionar vídeos de música o tutoriales…».Tiempo para la creatividad:«Organiza por ejemplo un concurso de ideas para decorar la casa, o prepara comidas diferentes. Organiza también tus armarios, desecha ropa que ya no utilizas, piensa en quién puede aprovecharse de ella».Deporte en casa:«Aumentará las sustancias estimulantes de nuestro cuerpo que nos hacen sentir bien. Reduce los síntomas de depresión y ansiedad, mejora el funcionamiento de nuestro cerebro, activa nuestro cuerpo, aumenta la sensación de bienestar».Autocuidado:«Recibir luz natural 20 minutos al día, dieta equilibrada, dormir las horas suficientes y, muy importante, no perder el sentido del humor».Cuida el ánimo:«Si falla el ánimo, surge el desasosiego y la incertidumbre».