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Crece Otras iniciativas

La partitura del balcón

DM Mar 29

Cada tarde decenas de intérpretes de la región sacan sus instrumentos a la ventana y ofrecen un pequeño concierto que es recibido con aplausos entre los vecinos


Mada Martínez

La escena se repite cada día, en cientos y cientos de balcones del país. Lo que cambian son los intérpretes. Músicos profesionales o estudiantes de música de los conservatorios que sacan sus instrumentos por la ventana para ofrecer un mini concierto a sus vecinos. En Cantabria también hay un buen número de ellos que, con su arte quieren aportar un poco de bienestar a todos los que como ellos están confinados en casa.

Uno de los más jóvenes es Lucas Gil. Tiene 11 años y una cita cada dos días con sus amigos de la urbanización en la que vive, Sagrados Corazones en la calle General Dávila (Santander). Su concierto tiene lugar a las seis de la tarde tras una previa ronda de WhatsApp con su grupo en la que avisa que la actuación va a empezar. Él estudia violoncello, cuarto curso de elemental, en el conservatorio Ataúlfo Argenta y es alumno de sexto de Primaria en el colegio Castroverde. Asegura que la idea de actuar desde el balcón de su casa fue más de sus amigos que suya propia. «Un día me dijeron que por qué no les tocaba algo», una sugerencia que se ha convertido en un ritual que sigue rigurosamente con la complicidad de sus padres y a veces con la ayuda de su hermano . ¿Y qué toca? Pues piezas de Bach, de Beethoven «partituras que preparo en el conservatorio». Una música que aparentemente no es muy popular entre sus amigos pero que es celebrada como si fuera el mejor de los conciertos. «Me aplauden mucho y me felicitan y eso me ánima a seguir», asegura.

No muy lejos de esta urbanización Julián Oliver, profesor de tuba y bombardino del conservatorio Jesús de Monasterio también aporta su granito de arena al confinamiento con su música. «Me gusta mucho tocar en casa y tengo la suerte de tener unos vecinos muy agradecidos que no se suelen quejar y eso que comparto piso con la profesora de Dirección de Orquesta del conservatorio que también toca el saxo», explica. Ambos viven en la calle Estudiantes, «paralela a la avenida de Los Castros más o menos frente a la Escuela de Caminos», puntualiza. Pese a que imparte clase de tuba, el bombardino es su instrumento principal. «La verdad es que no sé muy bien cómo se me ocurrió esto de tocar en la ventana. Pero sí recuerdo que la primera vez que lo hice tuve muchos aplausos no solo desde mi edificio, también desde el de enfrente», explica. Y hasta le hacen sugerencias. «Sí me las dejan en el buzón del portal», comenta.

¿El repertorio? «Pues éxitos de ayer y hoy», dice riéndose. No faltan las bandas sonoras, canciones de Frank Sinatra y de su bombardino también ha salido ese ‘Despacito’ que popularizó Luis Fonsi el año pasado y que él adaptó al instrumento. «Se ve tan grande que en un principio puede parecer que no puede se tocar cualquier pieza, pero eso no es así. Es muy agradecido. Siempre les digo a los alumnos que su sonido es lo más parecido a la voz de un tenor».

Se le pregunta que puede aportar la música en este tiempo de crisis. «Es esencial. Sin música la vida no tendría sentido. Que nadie dude del poder de la música en directo».

Fines de semana con lírica

Si está leyendo este reportaje y vive en Peñacastillo en las proximidades del colegio Marqués de Estella ya imaginará que ahora vamos a hablar de Cristina Agüero, una soprano que los viernes y los sábados ofrece un repertorio de lírica que sus vecinos esperan con ansia,

La cantante, que dejó los escenarios hace seis años cuando nacieron sus hijos, sigue demostrando su poderío en tiempos del coronavirus. Vive en la Urbanización Peña Verde y empezó a cantar porque «me picaron mis vecinos». ¿A qué no te atreves a cantar para animar la cuarentena?» Lo que más le ha sorprendido es comprobar hasta donde llega su voz. «Supongo que será por la hora y porque no pasan apenas coches por la calle pero es que cuando acabo de cantar veo que a varias manzanas de mi casa se enciende la luz de teléfonos móviles a modo de saludo.

Le sorprende que su público vecinal le pida, a gritos desde sus ventanas, que cante algo de Verdi, pero para contentar a los gustos musicales más populares, también incluye zarzuela, canción francesa y, a veces, se permite la licencia de cantar algo de música antigua.

El Astillero también tiene sus conciertos desde las ventanas. Una de las músicas que estos días hace más amena la cuarentena es Alba Polonio. Miembro de la Banda de la UC y profesora de música en la academia My Music Box cursa en el Ataúlfo Argenta quinto de profesional de piano y flauta travesera. Es este último instrumento el que más utiliza en sus conciertos por la ventana desde su domicilio en la calle Industria. «No sé ni como empecé a hacerlo. Estaba un día ensayando en casa y escuché unos aplausos de los vecinos. Creo que eso me dio la idea». Desde entonces cada tarde les dedica un variado programa en el que van desde bandas sonoras de las películas más taquilleras, hasta ‘Viento del Norte’ de Nando Agüeros que es muy popular. También toca, «he tenido que aprendérmela», ‘Resistiré’ del Dúo Dinámico y que se ha convertido en un himno contra el virus en todo el país. «La música es vida y tiene beneficios terapéuticos. Sin ella la vida no tendría sentido», concluye.

Isabel Simal es cirujana en el Servicio de Pediatría del Hospital Valdecilla que, estos días está sobrepasado de trabajo y de solidaridad por eso tal y como señala para ella es terapéutico llegar a casa y tocar una pieza con su guitarra -estudió en el Ataúlfo Argenta- junto a su pareja, Borja Ordóñez, que es clarinetista y que tras pasar por distintas formaciones como la Orquesta Nacional de RTVE o la Sinfónica de Madrid, ha recalado en la Banda Municipal de Santander. Fue él que decidió secundar la iniciativa de la Confederación de Asociaciones de Educación Musical de tocar cada día en el balcón. «Además soy valenciano y allí, tras suspender las Fallas muchos músicos también lo hicieron», puntualiza. Viven en la calle Luis Vicente de Velasco, en la zona de Cazoña, y no tienen un horario fijo porque dependen de los turnos de trabajo de ella en el hospital. «Creo que el arte hace que la gente se anime en tiempos de crisis», asegura el músico. El repertorio suele está marcado por la Confederación y es tan amplio que han llegado a tocar también ‘Paquito el chocolatero’. Sus vídeos con las actuaciones se pueden ver en las redes sociales.

Los que también actúan juntos cada tarde son Sandra Díaz de la Hoz y su padre Teo. Ambos tocan el acordeón desde los siete años. Ella, que ya tiene 17, está en décimo curso de este instrumento en el Ataúlfo Argenta, su progenitor forma parte del grupo de folk cántabro El Vientu al Sullar. «Estábamos venga a ver en las redes sociales a músicos actuando en los balcones y pensamos que porqué no hacer algo juntos. La única condición que me puso mi padre es que fuera ‘algo de lo suyo’». Así que ni cortos ni perezosos ambos amenizan la calle Los Ciruelos, en El Alisal, con distintas piezas en las que no falta música cántabra como ‘Santander la marinera’ y ‘Viento del Norte’ que se ha convertido en el ‘hit’ de la partitura de los balcones.