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¿Por qué sexóloga?

DM May 21

Con más de veinte años de experiencia como formadora podría decir que me basta con un par de minutos para detectar a aquellos participantes que están siguiendo mi exposición  pero no me escuchan y están a kilómetros del aula, aquellas que se sienten tan identificadas con lo que les estoy contando que no quieren perderse ni mis pausas para coger aire; y en las clases de Sexualidad  podría añadir a aquellos cuyos ojos huidizos  rebosan de vergüenza cada vez que pronuncio palabras como vagina, enamoramiento o testículos, y a aquellas que suspiran aliviadas al recibir información que les estaba vetada.

Aun así he de confesar que me pilló por sorpresa la pregunta firme y sincera de aquella niña de 5º de primaria de uno de los colegios donde imparto  un programa anual de Educación Sexual “Silvia, ¿por qué quisiste ser sexóloga?” La pregunta debió de parecer interesante al resto porque toda la clase calló y me miró fijamente.

Desde niña he sido una persona muy sensible  y a la que las diferencias entre las personas le han suscitado  curiosidad y una gran tolerancia. Me acaloraba el hecho de que hubiera personas que no aceptaran a otras porque su color de piel, identidad u orientación sexual fueran distintas a lo socialmente aceptable; es decir, a la mayoría. Sentía, sin vivirlo en propia carne pero como si fuera parte de mí, la tristeza y desesperación de aquellos a los que no les permitían ser ellos mismos;  aquellas que no se gustaban ni se entendían, porque la sociedad no lo hacía, y además les tildaba de enfermos o monstruos.

También me atraía enormemente la forma que cada persona tenemos de relacionarnos y de intimar con otras mujeres u hombres; y una vez más, defendía la libertad de cada una de hacer con su cuerpo, forma de vestir, relacionarse y querer… lo que le apeteciera, siempre que se respetara a sí y a los demás.  Lo contrario me parecía un impedimento a la esencia de esa persona, a su forma de ser, entenderse y relacionarse. ¿Quién somos los demás para prohibir a nadie ser lo que siente y quiere ser?

El día que descubrí que el sentido máximo de la Sexología es acompañar a la persona en sus dimensiones bio, psico y social: Conocerse, aceptarse y vivir satisfactoriamente su sexualidad, constaté que aquí es donde quería  estar y esto es a lo que me iba a dedicar por encima de todo lo demás: a  acompañaros en este camino de la mano, con naturalidad, con información, con emoción, con consciencia.

La niña afirmó y sonrió.

Silvia Quílez Lahuerta.

Diplomada en Estudios Sociales.
Máster en Sexología
Imparte charlas y talleres de Educación Afectivo-Sexual en Colegios, Ampas y Asociaciones de Mujeres.

Trabaja como Directora de Escuelas de tiempo libre y formadora, impartiendo Cursos oficiales de monitores, directores y auxiliares de actividades de tiempo libre educativo infantil y juvenil.

Fundadora de Educaxual

https://educaxual.com/