Una historia clásica para buscar la felicidad
Andrea Marcolongo navega con Jasón y sus argonautas en ‘La medida de los héroes’ para reflexionar sobre el siglo XXI
Daniel Roldán.
Andrea Marcolongo (Milán, 1987) se quedó sorprendida por el éxito. Los editores de su libro ‘La lengua de los dioses’, también. No podían imaginar que una inmersión en el mundo clásico griego, sus curiosidades, su particular idioma y su herencia pudieran encandilar a centenares de miles de lectores en todo el planeta. La escritora y licenciada en Letras Clásicas por la universidad de su ciudad natal recibió numerosas peticiones para que hiciera una segunda y una tercera parte del libro. Pero a Marcolongo esa opción no le llenaba. «Querían que escribiera como si fuera ‘La guerra de las galaxias’, un libro detrás de otro. Me decían que los lectores lo iban a comprar. Pero yo no escribo para pagar el alquiler. Lo hago porque necesito hacerlo y quiero compartir», explica Marcolongo, que desde hace unos años vive en Sarajevo.
Así que dejó pasar el tiempo, a que ‘las lenguas de los dioses’ se calmaran para enfocar su siguiente libro con una historia que le encandiló en su etapa universitaria. «Hice un curso de literatura que hablaba de Medea, Jasón y el viaje de los argonautas. Esa historia está conmigo desde entonces. Con todo el éxito del primer libro, me convertí en un caso literario y dejé de ser una persona. Tuve que tomarme un tiempo para saber quién era y qué quería. Releí a los argonautas y me dije que quería escribir sobre eso», explica la autora italiana. Así nació ‘La medida de los dioses. Un viaje iniciático a través de la mitología griega’ (Taurus), donde la autora lombarda vuelve a tender los puentes entre el mundo clásico y nuestro tiempo. La historia de un jovencísimo Jasón, su viaje, las tentaciones y los problemas del viaje.
«Vivimos en una sociedad conectada, pero no sabemos comunicarnos; es una paradoja»
Marcolongo navega a través de los versos de Apolonio de Rodas -que plasmó la aventura- y los contrapone con ‘Cómo abandonar una nave’, un manual de supervivencia inglés escrito en 1942. Con ambos textos, la escritora italiana narra su viaje personal. «Cuento mi vida. Todavía me da miedo saber quién soy y adónde voy», añade Marcolongo. Ese camino le ha llevado al ensayo, aunque reconoce que también tuvo «dudas» para romper con su vida y «tomar una decisión» en busca de la felicidad. «Ser un héroe no significa llegar el primero. Ser héroe es apostar por algo, caerse en el intento y volverse a levantar. Es asumir los retos de nuestra existencia para encontrar la felicidad», explica Marcolongo.
Comunidad
Otro de los aspectos que de la historia atrajo a la escritora italiana fue la idea de comunidad. «Jasón necesita de los argonautas para viajar. Es imposible que lo haga solo. Son seres humanos como nosotros», reflexiona Marcolongo, que reconoce que esta idea del colectivo le obsesiona. «Navegamos sin brújula, como individuos y como colectivo», afirma. «No nos damos cuenta de que todos tenemos que navegar en el mismo barco, que en nuestro caso es Europa. Somos los responsables de llevar esta nave a buen puerto», explica Marcolongo. «Me preocupa mucho la comunidad porque estoy viendo que cada vez hay más soledad. Y no es normal. Vivimos en una sociedad tremendamente conectada, pero no sabemos comunicarnos. Es una paradoja».
«Los clásicos están más vivos que nunca, pero no quiere decir que tengan todas las respuestas»
Marcolongo pone como ejemplo una de las charlas que ofreció en la Agencia Espacial Europea. Después de la conferencia, muchos investigadores y alumnos le comentaron la cantidad de datos que manejaban y publicaban -sobre todo relacionados con los efectos del cambio climático, como fotografías- y que los ciudadanos «no los sentían, no los recibían». «No sabemos comunicarnos», insiste, aunque también ve razones para el optimismo. «Puedes ir a Singapur y hablar de Homero, que todo el mundo sabrá lo que quieres decir».
Pero los clásicos no tienen todas las respuestas. Están vivos, sí. Pero no son perfectos. «Un libro clásico es aquel que cuenta algo del presente aunque esté escrito hace 3.000 años. Ese es su poder», añade. «Mi libro puede sobrevivir cientos de años y no ser un clásico», apunta entre risas. No obstante, se muestra preocupada por la inclinación de la educación hacia asignaturas más tecnológicas y dejando de lado el humanismo. «En Italia solo el 3% de los alumnos estudia la cultura clásica, cuando es imprescindible. En la educación no solo se tienen que impartir especialidades, sino formar ciudadanos responsables y libres», enfatiza la voz actual del mundo clásico.