“Creo que hay pocas cosas más importantes que desarrollar la resiliencia, la capacidad de amortiguar los baches”
Mario Alonso Puig es médico, cirujano general y del aparato digestivo. Profesor y conferenciante, lleva más de veinte años impartiendo cursos y coaching ejecutivo en empresas. Entre otras áreas, es especialista en salud, bienestar y felicidad.
El Dr. Mario Alonso lleva muchos años investigando y estudiando cómo se pueden aplicar los conocimientos actuales en campos como la medicina, las neurociencias y la psicología positiva al liderazgo personal y profesional.
SANTANDER
Patricia Delgado
–Durante la pandemia se ha oído mucho la expresión de que los niños son los que mejor se han adaptado a esta situación, ¿qué aprendizajes podemos sacar los adultos de su manera de asumir la realidad que les ha tocado?
–Yo creo que los niños mantienen con la incertidumbre una relación muy diferente a la que mantenemos los adultos. La mayoría de los niños, sobre todo si son pequeños, tienen muchos menos miedos que los adultos. Todavía no han sido tan condicionados culturalmente para que su mente proyecte peligros donde no los hay. Los niños tienen me-
jor sincronizados los dos hemisferios del cerebro, mientras que el proceso educativo que seguimos a lo largo de la vida, potencia fundamentalmente la mente que está ligada al hemisferio izquierdo del cerebro. A esta mente no le gusta lo que no controla y tiende a juzgar en lugar de a explorar. Por eso le cuesta tanto reconocer lo poco que
sabe y abrirse a buscar respuestas más allá de su mundo conocido.
–A nivel psicológico está situación está generando mucho estrés, ¿de qué maneras podemos buscar el lado positivo, el bienestar?
–Lo que sabemos a raíz de los estudios del profesor Hans Selye, el gran investigador sobre el estrés, es que la resistencia a lo que hay, genera un gran desgaste en el organismo. Hay muchas personas que todavía no están dispuestas a aceptar que estamos ante una nueva realidad, muy diferente a esa otra a la que estábamos acostumbrados. Esto hace que se enfaden y se llenen de frustración, miedo y desesperanza ante el cambio que están experimentando en sus vidas. Por todo ello, si queremos cuidar de nuestro bienestar, lo primero que hemos de aceptar es que vivimos en una realidad nueva y diferente.
No se trata de resignarse, sino de adaptarse. Para ello hemos de enfocarnos en la búsqueda de nuevas oportunidades, en lugar de poner el foco constantemente en lo que ya no tenemos o en lo que ya no podemos hacer. Hay un virus mucho más peligroso que el SARS-CoV-2 y es el virus-del-MIEDO.
–Si observamos que los niños de nuestro entorno están acusando esta situación, ¿cómo podemos ayudarles?
–Los más pequeños no harán lo que les digamos los mayores, sino lo que vean que nosotros hacemos. Las personas no hacen lo que se les dice, sino lo que ven. Nuestras neuronas espejo están precisamente para esto, no para imitar discursos, sino para imitar conductas. Los niños han de comprender que experimentar emociones como el miedo, la tristeza o la frustración es algo normal y que, sin embargo, cualquier ser humano puede decidir vivir en base a sus elecciones y no a sus emociones. Hacerse uno el fuerte ante los niños cuando por dentro se siente derrumbado, no les convence en absoluto, porque ellos son unos verdaderos expertos leyendo el lenguaje no verbal. Si ocultamos nuestras emociones esos niños aprenderán también a ocultar las suyas porque estarán viendo perfectamente cómo nosotros se las estamos ocultando a ellos. Si compartimos las emociones y también nuestra disposición a actuar con valentía a pesar de nuestro miedo y a actuar con confianza a pesar de nuestras inseguridades, ellos también prenderán a hacerlo.
–Ante una situación adversa que nos afecta en tantos ámbitos de nuestra vida ¿qué factor juega a la hora de abordarla la incertidumbre de ante lo desconocido?
–Tenemos muchos referentes previos. Ha habido en el pasado pandemias muchísimo peores que la actual como fueron la gripe antonina o la peste bubónica, por citar solo dos. También ha habido dos guerras mundiales y muchas guerras civiles que han sido mucho peores que la pandemia actual. Además, todos nosotros hemos tenido que hacer frente en diversos momentos de nuestra vida a momentos de gran incertidumbre personal y profesional. Por eso lo que nunca podemos perder es nuestra fe, no solo en nosotros mismos, sino también en nuestra capacidad para salir adelante como humanidad. Nadie dice que el camino sea fácil, simplemente que ese camino sí existe y que en la unión y no en el enfrentamiento, está la solución.
–¿Cómo cree que ha afectado esta situación de crisis a la faceta de la maternidad/ paternidad?
–Yo siento una enorme admiración por tantos padres y madres que viéndose en una situación tan complicada han sido capaces de trasmitir confianza y seguridad a sus hijos por amor a ellos. Los niños son muy inteligentes y por consiguiente no han sido ni son ajenos a las enormes dificultades y desafíos a los que se han enfrentado y se enfrentan sus padres. Estoy convencido de que, en muchos casos, esos niños han descubierto en sus padres una grandeza que o sabían que tenían.
–¿Cómo de importante es para el desarrollo de niños y jóvenes que aprendan, lo antes posible, a ‘reinventar’ la manera de actuar ante las distintas situaciones que se darán en su vida?
–Creo que hay pocas cosas más importantes que desarrollar la resiliencia, esa capacidad que nos permite ‘amortiguar’ los múltiples ‘baches’ que vamos a encontrar antes o después en nuestro camino. Esta capacidad cuanto antes se entrene y de desarrolle, mejor. Si hay algo que caracteriza nuestra vida, es la enorme incertidumbre que hay en ella.
Si somos como un vaso de cristal, si no tenemos resiliencia, nos fracturaremos cuando nos caigamos y esto se traducirá en cuadros de ansiedad o de depresión. Si somos como una pelota de tenis, es decir resilientes, entonces rebotaremos.