Educar con límites
Este es un tema que genera mucha confusión en muchas familias. ¿Libertad??? ¿Hasta dónde??? ¿Cómo saber si debo poner más límites? ¿Si me estoy pasando de mano dura? ¿Si mejor de más que de menos?
Hay algunas familias que establecen muchos límites de manera rígida y, en el otro extremo, nos encontramos con otras familias que apenas establecen límites. Ambos casos, extremos de un continuo, generan en los niños mucha ansiedad, por lo que lo ideal es posicionarse en un punto medio: debemos establecer límites de manera sana y respetuosa sin caer en los extremos.
El fin de los límites es guiar, no reprimir. Los límites deberían ser una expresión sana de amor de padres o educadores a infantes y/o adolescentes.
Ahora bien, ¿por qué es necesario que nuestros hijos tengan límites?
Los límites que tratarán de poner los padres son como una moldura imaginaria que sirve para contener un espacio donde los niños pueden crecer y crear libremente, desarrollando su autonomía y habilidades sociales. Siempre respetando la frontera impuesta por dicha demarcación y colaborando en ir agrandando las fronteras a medida que crecen, que tienen más autonomía, que aprenden, que se hacen mayores…
Muchas veces a los padres nos preocupa mucho cómo alcanzar el equilibrio entre libertad y límites, porque podemos caer en uno de los extremos:
- Disciplina sin libertad: represión.
- Libertad sin disciplina: caos.
Pero, tal y como decía María Montessori: “Libertad y disciplina son dos caras de una misma moneda: no puedes tener una sin la otra”.
Los límites son necesarios y debemos aprender a ponerlos en marcha de manera sensible, respetuosa y adecuada. Muchos adultos siguen pensando de que la única manera de que el niño adquiera disciplina, modales y habilidades sociales es metérselo con calzador por la fuerza: a través de la represión, del miedo. La realidad es que los límites se pueden fijar de una forma positiva y respetuosa con la situación y con las necesidades de nuestros hijos.
¿Qué son los límites?
Los límites ayudan a nuestros hijos a saber lo que se puede y lo que no se puede hacer, lo que es positivo para ellos y lo que es negativo. Los establecemos por su seguridad, ayudan a aprender las normas sociales y las normas que consideramos relevantes en nuestra casa, por lo que fomentan su autonomía pero de manera segura.
Existen tres grandes tipos de límites:
- Límites naturales: este tipo de límites y consecuencias aparecen de manera natural ante una determinada conducta. Las consecuencias del incumplimiento de estos límites no están determinadas ni por la sociedad ni por nuestra familia. Está bien que determinadas consecuencias las experimenten nuestros hijos de manera natural, pero en ocasiones no podemos permitir que sea así.
- Límites sociales: son marcados por la sociedad de manera implícita. Aunque a veces se hagan explícitos, suelen ser límites o normas que consideramos de educación o sentido común. No son normas que las decidamos los padres. Lo que sí que hacemos es transmitírselas a nuestros hijos y tratar de que las vayan interiorizando paulatinamente.
- Límites de cada familia: además de los límites naturales y sociales, cada uno en su casa establece una serie de normas idiosincráticas y únicas en función de su manera de ver la vida y la crianza. Este tipo de límites son muy particulares de cada familia.
¿Cómo aplicar los límites?
No hay una fórmula mágica ni estandarizada de cómo hacerlo. Cada situación será encarada desde los recursos emocionales y las expectativas que tiene puestas el adulto en el niño, teniendo en cuenta su estadio del desarrollo en el que se encuentre el pequeño y las características propias del niño.
Cuando se incorporan las normas en la educación de los hijos debe hacerse de una manera consciente. Los límites han de ser razonables y respetuosos con la integridad del niño. Por eso, cuando se pongan límites se considerarán aspectos como:
- Que las normas y los límites que se van a utilizar deben ser claros para los adultos que están con cada niño ya que serán los encargados de transmitírselas a los niños de una manera comprensible para que las entiendan.
- Transmitir las normas y los límites de manera positiva. De esta manera es más fácil para el niño entender mejor las cosas que puede hacer y no las que no puede hacer.
- Es importante que el niño entienda que las normas se respetan porque tienen sentido para él y no porque las dice el adulto.
- Decir no con sentido. Si el niño siente que se hace de una manera arbitraria se generará en él un sentimiento de rabia y frustración.
¿Qué cosas podemos hacer los padres para poner en marcha normas y límites en nuestros hijos de manera sana y respetuosa?
- Imprescindibles: los límites son necesarios, aunque ni te quedes corto ni te pasas estableciéndolos.
Ana Lozano Iglesias y Sandra Lea Schuchner
Certificadas en Disciplina Positiva
Certificadas en Disciplina Positiva y creadoras de Enfocando en Positivo. Brindamos apoyo y recursos de crianza respetuosa a familias, educadores e instituciones educativas. Con nuestras cursos y talleres podrás descubrir una forma de educar diferente, basada en descubrir una Gran Caja de Nuevas herramientas que se apoyan en los principios de la teoría Adleriana.
Nuestro objetivo es ofrecer un método de crianza basado en relaciones de respeto y confianza en niños y adultos, con el propósito de formar sociedades libres de violencia compuestas por personas felices con sentido de comunidad.
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