Type to search

Artículos Crece

HELP

DM Ene 17

John Lennon compuso esta canción tras varios años de ascensión meteórica de los Beatles. El  estrés de los conciertos, las entrevistas y los ensayos pudieron con él. No podía más y pidió ayuda a gritos a través de esta canción. John Lennon pudo pedir ayuda y hablar de ello porque no era un niño acosado. Un niño, un alumno acosado, en muchos casos,  no es capaz ni siquiera de pedir ayuda.

El niño humillado, agredido, insultado, menospreciado, vejado o apartado de forma reiterada y continua en el tiempo por parte de sus iguales asume el papel de víctima, se sume en la agonía del maltrato sin compartir con nadie su infierno, no informa de ello ni pide ayuda a nadie. Es más, se culpa de esas agresiones que sufre, con el consiguiente menoscabo de su autoestima y su ánimo para la propia vida, llevándolo a autolesionarse e incluso al suicidio si el caso no es advertido por ninguna persona de su entorno y el acoso llega a niveles insoportables para la víctima.

Así, el acoso escolar anula la voluntad del niño, de la víctima, que lo padece, no es capaz de defenderse, de contarlo, de pedir ayuda y se hunde cada vez más en un abismo de culpabilidad autoinfligida, de pena y de introversión constantes, es la indefensión aprendida, acepta el daño como parte del proceso de interrelación social, como un peaje necesario.

Pensémoslo bien y hagámonos cargo de ello: No se puede consentir, no podemos, como individuos sociales, permitir que eso suceda, es un problema de justicia y dignidad social. No se puede consentir, ni mucho menos justificar, el que uno o varios agresores eleven su autoestima y su rol de “matones” ante sus seguidores y espectadores a costa del sufrimiento ajeno.

Esa relación que se da entre agresor, víctima y espectadores (activos o pasivos, “mudos”), se denomina en el  PROGRAMA TEI “Triángulo del acoso” y es, cuanto menos, peculiar; de forma muy simple:

1. El agresor o agresores necesitan mantener su situación de poder ante los demás a base de repetir el maltrato, suelen ser niños o niñas con numerosas y potentes habilidades sociales, pero también niños que no saben abandonar semejante rol y que necesitan la oportunidad de hacerlo, de cambiar la “forma de hacer las cosas” y de relación con los demás (son, obviamente, niños cuya autoestima no es la apropiada y la manera que han encontrado de elevarla es a través del maltrato a los demás, y, seguramente, se trata de conductas aprendidas o replicadas de sus mayores).

2. La víctima también asume su rol de forma permanente y se culpa de ese maltrato que sufre, intentando evitar, en casos graves, informar a las personas de su entorno. Así, la víctima del acoso escolar cuenta o habla de su situación, en porcentajes muy bajos. Y, si acaso, lo expone a amigos, familiares y, en última instancia, maestros o profesores.

Por ello, es crucial atender a cualquier niño que nos relate haber sufrido o estar sufriendo maltrato. Si le restamos importancia a esos hechos (que para la víctima son de vital importancia), perdemos inmediatamente la oportunidad de volver a ser informados de ello por parte de la víctima. Si a un niño lo llaman “cuatro ojos” o “vaca”, no podemos considerarlo “cosas de niños”, se trata de maltrato escolar y hace daño al que recibe ese insulto.

Nadie podrá sacar a la víctima de ese pozo si no nos damos cuenta del infierno por el que está pasando y actuamos en base a preceptos muy claros.

            3. Por último, los espectadores (participantes o no del maltrato) son el último vértice de ese “Triángulo del maltrato” pero no por ello menos importantes a la hora de establecer y perpetuar los roles de agresor y víctima. Los espectadores se rigen por la ley del silencio (fuera de ese “Triángulo de relaciones del maltrato”), apoyan al agresor de forma activa (animándolo y alabando sus actuaciones) o pasiva (a través del propio silencio). Debemos instruir a los niños en la corresponsabilidad social y no permitir el silencio cómplice.

El Programa TEI – Andrés González Bellido – tiene todo este problema y casuística muy en cuenta cuando establece y desarrolla las dinámicas de mejora de la convivencia y la prevención del maltrato escolar. De hecho, se basa en su estudio para establecer las dinámicas que propone.

Si recordáis, ya nos unimos como soñadores en el artículo anterior a la corriente de ayuda y a la apuesta por la empatía a la hora de afrontar las relaciones sociales que proponía Andrés en ese movimiento de conseguir una sociedad que fuese capaz de afrontar los retos actuales desde la generosidad, la ayuda, el respeto y la empatía.  Por lo tanto, una vez que nos hemos unido a su propuesta (no tenemos, creo, como sociedad, otra opción), nos queda averiguar cómo conseguirlo: conseguir que cada individuo alcance su máxima potencialidad en habilidades y valores sin ver menoscabada su autoestima en ningún momento y pueda así aportar beneficios a la sociedad futura y colaborar a su desarrollo.

El Programa TEI establece una red de ayuda continua que ayuda a los alumnos maltratados (también a los agresores) y que parte de la premisa de no complicidad con el silencio. En todo caso de acoso hay espectadores, participantes o no del acoso y el Programa instruye desde el principio a los alumnos a no permitir el daño a los demás, por lo que debemos denunciar ese trato injusto que se da entre un agresor y su víctima, es la mejor ayuda que podemos prestar, informar de esas injusticias.

El TRIÁNGULO DEL ACOSO ESCOLAR ( AGRESORE/AS, VICTIMAS Y ESPECTADORES/AS) INCLUYE A TRES ELEMENTOS NECESARIO, PERO NO SUFICIENTES PARA QUE  EXISTA ACOSO ESCOLAR, ES NECESARIO QUE HAYA UN ENTORNO QUE LO PERMITA (ALUMANDO, PROFESORADO Y FAMILIAS)EN ESTE ENTORNO EL/LA PROTAGONISTAS DE LA PREVENCIÓN ERES TU.

Soñadores, es nuestro momento, consultemos http://programatei.com/, AYUDEMOS y EMOCIONÉMONOS.

Andrés González Bellido

Programa TEI – Tutoría Entre Iguales

Autor del artículo: Jorge Moreno Roselló

CEIP Elena Quiroga – Santander

Formador TEI Cantabria

Colegio Oficial de Psicología de Cantabria