“¡Niños, a comer!”: un enfoque desde la disciplina positiva
Los datos son para alarmarse: “La obesidad infantil es uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI. El problema es mundial y está afectando progresivamente a muchos países de bajos y medianos ingresos, sobre todo en el medio urbano. La prevalencia ha aumentado a un ritmo alarmante. Se calcula que en 2016, más de 41 millones de niños menores de cinco años en todo el mundo tenían sobrepeso o eran obesos”. (1)
España es uno de los países de la Unión Europea con mayor índice de sobrepeso y obesidad infantil, más del 40% de los niños y niñas españoles tiene sobrepeso y menos del 1% de la población infantil presenta delgadez, sin embargo, tal y como manifiesta el prestigioso y mediático divulgador nutricional, Julio Basulto “nos preocupa que nuestro hijo no se acabe lo que hay en el plato o que no tenga apetito y no nos preocupa que pueda estar ingiriendo más calorías de las necesarias”. (2)
“Los padres hacen todo con buena intención, pero determinadas actitudes pueden generar efectos adversos en los niños. Por ejemplo, hacer que el niño se coma todo lo que hay en el plato o decirle que no coma más, puede generar intolerancia a determinados alimentos o trastornos alimenticios”. La solución según el experto es que “tenemos que permitir que los niños coman lo que quieran, cuando quieran y la cantidad que quieran siempre que lo que tengan a mano sean productos saludables”. (3)
Voces como las de Julio Basulto o el enfoque de la disciplina positiva coinciden en que son los padres los primeros que deben dar ejemplo a los niños y convertir el momento de la comida en una experiencia saludable y de disfrute para sus hijos. Las comidas son una oportunidad para que las familias se reúnan, conversen y conecten.
La realidad es que, si bien las comidas familiares pueden brindar a los padres esta oportunidad de ser un ejemplo de buenos hábitos alimenticios y mostrar a los niños comidas equilibradas, muchas veces las peleas a la hora de la comida, las luchas de poder y las amenazas vienen a alterar la imagen ideal de una comida agradable y en familia.
Pautas para lograr comidas saludables y sin peleas (un enfoque basado en la disciplina positiva) (4)
Adquirir el hábito de la comida: Elige el momento, elimina las distracciones (TV, juguetes, aparatos electrónicos), coloca la comida en la mesa (una variedad de opciones saludables) y come en familia al menos una vez al día.
Sentarse a la mesa con hambre: picar demasiado, poco antes de las comidas, sabotea cualquier esperanza de que los niños coman una comida. Limita el acceso a alimentos y bebidas (excepto agua) entre comidas; ofrece refrigerios saludables repartidos entre las comidas. Elimina los alimentos azucarados, ya que pueden alterar el deseo natural del cuerpo por alimentos saludables.
Establecer expectativas apropiadas para cada nivel de edad: los niños más pequeños pueden llegar a sentarse durante 5 a 10 minutos. Los preescolares pueden quedarse sentados un poco más. Los niños en edad escolar pueden sentarse hasta el final de la comida. Obligar a los niños a sentarse más allá de sus capacidades crea comidas estresantes.
Los bebés y los niños pequeños jugarán con la comida, derramarán la leche y tirarán la comida al suelo. Este es un comportamiento apropiado, no un mal comportamiento. Cuando el niño juega con la comida más de lo que come, es una señal que nos indica que ya no tiene hambre y puede recoger. Enseña a tus hijos a ayudar a limpiar la mesa y la suciedad que se haya podido crear.
Evitar el papel de “cocinero a comanda”: alimenta a tu familia con la comida que se sirve a la mesa. No ofrezcas un plato principal sustituto si tu hijo lo rechaza. Responde a su -“No quiero comerlo”- con un neutral –“Está bien. Dime si cambias de opinión. Pero esto es lo que hay para cenar esta noche”.
Algunas familias dejan que los niños mayores preparen un sándwich si no les gusta la comida. Esto es mejor que preparar comidas especiales para cada niño.
Deja de intentar complacer a cada comensal en cada comida: proporciona a cada uno al menos una o dos comidas que generalmente disfrutan. Si tu hijo elige no comer algo, no te preocupes. Permíteles elegir entre las diversas opciones de alimentos saludables que has colocado en la mesa.
No obligar a los niños a terminar todo lo que hay en su plato: esto entrena a los niños a comer en exceso y puede crear problemas de obesidad de por vida. También obliga a los niños a comer alimentos que quizás no desean, lo que invita a las luchas de poder y a la rebelión. Enseña a los niños a tomar porciones pequeñas al principio, haciéndoles saber que pueden servirse de nuevo después.
No alimentes con cuchara a tu hijo: tu trabajo es proporcionar la comida que se sirve en la mesa; comer es trabajo de cada comensal.
Mala conducta a la hora de comer
Para prevenir el mal comportamiento:
• Comunica y da ejemplo de tus expectativas de comportamiento en la mesa. Los niños necesitan información y práctica para participar con éxito a la hora de comer. Decide cuán formal o informal quieres que sea el momento de la comida en tu familia.
• Reconoce los esfuerzos de los niños para cumplir con las expectativas: “Gracias por usar tu servilleta”. “te agradezco que hayas dicho “por favor “, etc…”.
• Involucra a los niños en aspectos como la planificación de las comidas y la preparación de alimentos. Es mucho más probable que los niños coman aquellos alimentos que ellos han ayudado a elegir y preparar. A los niños más pequeños se les puede dar dos opciones: “¿Servimos zanahorias o guisantes esta noche para la cena? Tienes la oportunidad de elegir. Los niños más mayores pueden ser incluidos en la planificación de los menús.
• Los niños pueden lavar frutas y verduras, untar, probar el sabor, ayudar a revolver, agregar ingredientes, cortar la lechuga, etc. Los niños mayores pueden cocinar platos enteros.
• Evita las luchas de poder con tus hijos absteniéndote de pedirles constantemente que coman. Pon el foco en los alimentos que eliges, los modales, tu participación en la conversación, no en forzar a tu hijo para que coma más verduras.
• Evita usar la culpa, las recompensas o las amenazas para controlar la alimentación de tu hijo. Estas tácticas son contraproducentes emocionalmente y crean luchas de poder.
• Establece una regla clara: cuando se acaba la hora de comer, se ha acabado realmente. Los niños aprenderán muy rápidamente a comer cuando se sirvan las comidas.
Cuando ocurren malas conductas:
• Establece expectativas claras para la hora de comer y cumpla con una acción amable y firme. Por ejemplo, cuando se tiran alimentos o bebidas (con la excepción de los bebés), di con calma y confianza: “La comida no es para tirarla. Te estoy alejando de la mesa hasta que estés listo para no tirar más”. O “La hora de comer ha terminado. Puedes sentarte a la mesa en la próxima comida”.
• Cuando te veas envuelto en un conflicto emocional, retrocede, toma tiempo para calmarte y expresa tus sentimientos: “Estoy frustrado porque quiero disfrutar de mi comida en este momento”. Pide disculpas por tu parte del conflicto: “Lamento haberte gritado”.
• Cuando estés tranquilo, ayuda a tu hijo a calmarse. Valida sus sentimientos: “Puedo ver que estás molesto en este momento”. Con un gesto tranquilo, ofrece opciones: “tiempo fuera positivo”, una invitación amable: “puedes unirte a la mesa con nosotros cuando te sientas mejor”.
• Comparte cómo te fue el día; invita pero no obligues a tu hijo a compartir cómo fue el suyo.
• Busca opiniones sobre ciertos sucesos o temas con genuina curiosidad.
• Escucha atentamente a tus hijos cuando compartan sus pensamientos.
• Habla sobre la comida que estáis comiendo. “¿Qué opinas de este nuevo plato?” “Esto me sabe salado”. “Esto tiene una textura crujiente”.
Claves para recordar
• Adquiere el hábito de sentarte a comer a la mesa.
• Limita el picoteo para que los niños vengan a la mesa con ganas de comer.
• Recuerda que los niños pequeños tienen una capacidad limitada para sentarse durante largos períodos de tiempo.
• No prepares comidas especiales para cada miembro de la familia; sirve una variedad de alimentos y deja que cada comensal elija lo que quiere comer.
• Involucra a los niños en la elección y preparación de alimentos.
• No obligues a los niños a comer todo lo que hay en su plato o a comer alimentos que no les gustan.
• Ayuda a los niños pequeños a servir pequeñas cantidades en su plato para limitar el desperdicio.
• No uses la culpa, las recompensas o las amenazas.
• Comunica claramente cuándo es hora de comer y cuando se ha terminado.
• Sé consistente en el respeto de las reglas con acciones amables y firmes cuando sea necesario.
Y recuerda, sobre todo, que el objetivo a largo plazo es hacer de las comidas y de la alimentación saludable una experiencia agradable. La atención no debe centrarse exactamente en cuánta leche o cuántas cucharadas se tragó tu hijo. Los padres pueden hacer que las comidas sean agradables teniendo conversaciones, no interrogatorios. Es responsabilidad de los adultos decidir qué alimentos (asumiendo que son saludables) se servirán a la mesa, establecer horarios de comidas y meriendas, eliminar las distracciones durante las comidas y dar ejemplo de buenos hábitos alimenticios y modales. Es papel de los niños elegir qué alimentos –de entre los que se les ofrecen- van a comer, cuánto van a comer o si no van a comer en absoluto.
(1) Datos recogidos de la página web de la Organización Mundial de la Salud (OMS)
(2) Julio Basulto es también miembro de diferentes asociaciones y paneles de expertos como el Panel de la Organización Mundial de la Salud Nutrition Guidance Expert Advisory Group (NUGAG). Colabora en diferentes programas de radio (Gente despierta, Julia en la onda), ha escrito numerosos libros y muchas de sus conferencias y entrevistas están disponibles en Internet.
(3) Notas recogidas de la Masterclass de Julio Basulto, “Se me hace bola”, Universidad de Valencia.”https://www.youtube.com/watch?v=uv4AKF_yOTo
(4) Ésta es una version traducida del articulo Mealtimes, de la Asociacion Disciplina Positiva (PDA) de EE.UU.