Sé más tú misma. Muestra tu vulnerabilidad
Los niños tienen derecho a conocer la verdad de las situaciones negativas. Tan solo es necesario aprender a comunicarse de la forma adecuada
Los niños tienen derecho a conocer la verdad, nuestra verdad y su verdad. En realidad todos tenemos derecho a conocer la verdad, pero nos cuesta mucho hablar de ella, hablar de lo genuino, porque a muy pocos de nosotros siendo niños se nos habló desde la verdad y lo genuino.
La verdad pude ser sobre la muerte de algún familiar, sobre la economía familiar, sobre nuestra emociones, sobre la separación de papá y mamá, sobre la relación con la abuela… Los niños sienten aquello que hay en el ambiente. Si algo nos afecta emocionalmente a nosotras, entonces a ellos también les afectará. La verdad no es buena ni mala, la verdad es la que es. Aceptar la verdad (nuestra verdad) nos sana y nos libera.
Esconder o mentir sobre algún aspecto de nosotras o de nuestra vida solo nos lleva a sentirnos mal y culpables. A veces de niños intuimos que hay problemas en el ambiente familiar, pero en muchas familias no se nombra ni se explica lo que ocurre, incluso se nos ve como seres incapaces de entender lo que sucede.
Siendo niñas vimos a mamá triste, la vimos llorando, desconectada de sí misma, diciendo: -«no pasa nada»-; vimos a papá muy preocupado, muy ausente, igualmente negando la verdad; esa verdad que algunas veces eran problemas económicos, o problemas de salud o problemas de pareja, u otras cosas que se guardaban, negaban o silenciaban.
Hay una frase (ahora no recuerdo el autor) que dice: «Lo que en una generación se guarda, se niega o se silencia se pasa a la siguiente generación». Te invito a limpiar los «secretos familiares».
A veces surgen problemas en nuestro entorno, tenemos altos y bajos. También hay otros momentos en nuestra vida muy lineales. ¿Cuántas veces les negamos la verdad a los niños? En muchas ocasiones son verdades que pueden entender perfectamente, como por ejemplo: Papá y mamá han discutido y esta semana han estado un poquito disgustados y distanciados, o este mes estamos muy apurados porque toca pagar el seguro del coche o el de la casa y no nos alcanza el dinero para realizar algunos de los planes que teníamos…
Solemos pensar que todo esto no tiene nada que ver con los niños y verdaderamente tiene mucho que ver con ellos porque están emocionalmente conectados con nosotras y realmente van a notar ese malestar en el ambiente. Si algo afecta (emocionalmente) a los padres también afectará de forma, más o menos, directa a los niños.
Podemos pensar -«¿Cómo voy a hablarles de la economía?, eso no les incumbe»-. Realmente no hace falta darles todos los detalles, pero sí les podemos transmitir que estamos preocupadas, y sí les podemos decir que este mes disponemos de menos dinero, y explicarles que hay veces que tenemos más gastos, por ejemplo. O que estamos tristes. Los niños lo entienden todo perfectamente; entonces si hay un problema familiar, un problema de trabajo o de salud, pienso que conocer la verdad liberará muchísimo al niño.
La verdad nos sana
Recordemos, la verdad nos sana. La verdad nos libera. La verdad nos conecta. La verdad no es necesariamente buena o mala, simplemente es la que es y negarla o tergiversarla no hace que la verdad de los hechos sean otros. Negar lo que es verdad sólo trae confusión, desconexión y mucho miedo. La palabra organiza la psique. Nombrar los hechos traer mucha paz al niño ya que le ponemos palabras a aquello que él ya sabía, intuía o sentía.
Es vital crear un ambiente de intimidad emocional para que podamos comunicarnos. Nuestros hijos necesitan poder acudir a nosotras en caso de necesidad. Para ello tendrán que sentirse seguros en un ambiente intimo en casa. Necesitan saber que no serán juzgados ni criticados. Es nuestra responsabilidad (como adultos) crear ese ambiente de comunicación empática, emocional y conectiva.
Podemos hacer una pequeña reunión familiar, por ejemplo, en la cual nos sentemos todos y empecemos los padres por abrirnos y comentar y compartir. Podemos abrir un espacio donde cada miembro de la familia pueda decir-expresar lo que le pasa, lo que siente, lo que le preocupa, qué teme, qué dudas tiene…
De este modo podemos crear un buen vínculo afectivo familiar, y muchas veces las fricciones y tensiones que existían; ya sea con la lactancia, con el bebé que no dormía bien, las rabietas, el distanciamiento con el adolescente, la falta de comunicación… Todo, como por arte de magia, mejora y vemos cómo las relaciones hacen “clic”; porque hemos logrado expresarnos conectiva, emocional y empáticamente; hemos conectado verdaderamente desde el corazón, desde lo genuino. Desde la autenticidad.
Te invito a mostrarte más, a ser más tu misma, a ser más autentica, más sincera, más honesta e incluso a mostrar tu vulnerabilidad. Mostrar nuestra vulnerabilidad nos fortalece y nos conecta emocionalmente con los demás.