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Somos tan diferentes y tan iguales

DM Mar 27

En esta época que nos está tocando vivir, la mayoría hemos recuperado tiempo para nosotros mismos, para observar y reflexionar. Y una de las cosas sobre las que venimos reflexionando desde el primer momento es en la sensación de pertenencia a un nuevo grupo; el de los vecinos de bloque, de calle, e incluso de la localidad donde vivimos.

El que antes era el vecino huraño que ni saludaba ni miraba a los ojos cuando nos cruzábamos por la escalera y la vecina “cotilla” que estaba pendiente de los movimientos de todos, se han convertido en compañeros; aquellos del otro lado de la calle con los que no nos saludábamos provocan ahora en nosotros una inmensa felicidad cuando nos saludan y sonríen desde sus balcones a las 20h de la tarde.

Como seres sociales que somos, buscamos la aceptación e integración en un grupo de personas con características, intereses e inquietudes similares a los nuestros. Y dentro de él, nos sentimos cómodos, comprendidos; digamos que hasta protegidos.

¿Y qué nos ocurre con las personas que son diferentes? Partiendo de la ciencia de la filosofía podemos decir que el ser humano siempre ha temido a aquello que no entiende, es por ello que las personas suelen temer a las personas diferentes; de cierta manera es algo que desconocen y no entienden y reflejan esto como miedo. Y es extensible al sentimiento de muchos individuos ante personas con diferente orientación sexual a la suya,  con otro color de piel, otras costumbres, con cualquier tipo de discapacidad o simplemente por llevar otro estilo de vida.

Ante el miedo solemos tener una de las siguientes reacciones:   Una reacción de huida, buscando ponernos a salvo del peligro lo más rápido posible. En el caso que nos ocupa estaríamos hablando de aquellos que prefieren alejarse de estas personas con identidades u orientaciones diferentes a las suyas, que no se esfuerzan en comprenderlas y optan por  ignorar su existencia y la necesidad de darles voz en nuestra sociedad

O bien una reacción de ataque o lucha que busque disuadir al contrario atacándole y con un comportamiento agresivo. Las personas que optan por esta reacción son las más visibles ya que se sirven de reuniones, redes sociales y cualquier acto para dejar clara su inaceptación de las personas con orientación, identidades, diversidades y razas diferentes, necesitando atacarlas y ponerlas por debajo de ellas, para sentirse,  de esta forma, seguras.

Como resultado de la evaluación llevada a cabo tras la  realización de  talleres de Educación Afectivo y Sexual en colegios y centros de menores, añado otro sentimiento, distinto al del miedo, que es la lealtad al propio grupo familiar o de iguales. Es habitual oír como  niños, niñas y adolescentes mantienen conversaciones homófobas, de discriminación hacia otros adolescentes con algún tipo de discapacidad o de índole racista. A través de dinámicas llegamos a averiguar que en bastantes casos no se trata de miedo a lo  desconocido ni diferente, sino a un sentimiento de lealtad a lo que su familia (o grupo de iguales, en el caso del adolescente con sus amigos y amigas) rechaza o critica, y a no permitirse independizarse de esa idea o sentimiento.

Sigamos más allá con esta reflexión, porque si somos capaces de semejantes conversiones con nuestros vecinos en tan solo unos días, cómo no vamos a ser capaces de respetar las diferentes identidades y orientaciones sexuales, y las diversas discapacidades que existen. La clave está en fijar las miradas no en lo que nos diferencia, si no en las semejanzas. Y comprender que todos seguimos perteneciendo al mismo grupo de vecinos que tiene en común que mira con incertidumbre esta situación de pandemia; al mismo grupo que celebrará el fin de ésta; al mismo grupo que se sentirá orgulloso de sí mismo y el resto del grupo por su comportamiento cívico y solidario. Y mirando de forma más global, al mismo grupo de seres humanos que formamos y vivimos en el mismo planeta: la tierra.

Silvia Quílez Lahuerta
Diplomada en Estudios Sociales y Máster en Sexología.

Imparte charlas y talleres de educación Afectivo-Sexual en Colegios, Ampas y Asociaciones de mujeres.
Trabaja como Directora de Escuelas de tiempo libre y formadora, impartiendo Cursos oficiales de monitores, directores y auxiliares de actividades de tiempo libre educativo infantil y juvenil.