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«En mi opinión, hay que incorporar de forma inmediata la educación emocional en los colegios»

DM Feb 08

Marc rojo. Pedagogo cofundador de la Academia Despegamos

Santander

Patricia Delgado

–¿Qué aspectos influyen en el rendimiento escolar?

–Los mismos que afectan al rendimiento profesional de los adultos: Saber hacerlo y estar bien. Obviamente es importante la capacidad que tenemos para desarrollar una actividad concreta, pero el otro aspecto extremadamente importante y que no tenemos nunca en cuenta es ‘el estar bien’. Estar bien es estar feliz, tranquilo, con confianza, que te sientas protegido y reconocido…  Si alguno de estos factores falla, no aprenderás bien, y a medida que avancen los cursos el problema empeorará. Este aspecto está detrás de la mayor parte de casos de fracaso escolar. Está lastrando nuestra educación y no somos casi ni conscientes de ello. 

–¿Cómo afecta la situación emocional de un adolescente a su rendimiento escolar?

–Afecta muchísimo y no solo en su rendimiento escolar. Le afecta en casi todos los ámbitos de su vida. ¿Qué nos sucede a los adultos cuando no nos sentimos valorados en nuestro trabajo o cuando estamos tristes? Baja nuestro rendimiento. Lo mismo les sucede a los estudiantes ya desde pequeños. El problema es que, además, los niños y los adolescentes son incluso más vulnerables a los estados emocionales negativos porque todavía no han aprendido a gestionarlos.

–¿Qué es exactamente un estado emocional negativo?

–Un estado emocional negativo es una tristeza a la que no se ha dado solución y que, con el tiempo, acaba afectando a tu estado de ánimo, a tu comportamiento, a tu actitud y a tu rendimiento. Esta tristeza tiene muchos posibles orígenes, pero se puede vivir de tres formas distintas: en forma de enfado y rebeldía, en forma de pasotismo y desmotivación y en forma de baja autoestima e inseguridad. Dependiendo de la personalidad del niño o niña y del origen de la tristeza, lo vive de una forma o de otra. Estos comportamientos son señales de alerta que nos indican que hay algún problema emocional que necesita ser resuelto.

–¿Y podrías explicar algún ejemplo de cómo se puede llegar a crear esta desmotivación?

–Un típico ejemplo es el de ‘padres ausentes’. Con el horario y el estrés de la faena y de las obligaciones del día a día, pasar tiempo de calidad con nuestros hijos es muy complicado. Digo tiempo de calidad porque cuando por fin llega ese momento quizás lo tenemos que aprovechar para ayudarles con los deberes o gestionar algo concreto. Y eso no es tiempo de calidad. Nuestro hijo lo que necesita es que pasemos tiempo con él sin ningún tipo de intención ni objetivo. Hablar por hablar. Si un niño no cuenta con estos espacios, los conflictos que tiene y que no puede expresar se quedan bloqueados y, a la larga, pueden acabar generando este estado de desmotivación.

–Teniendo en cuenta que la adolescencia es una etapa llena de altibajos hormonales, ¿cómo pueden las familias ayudar a gestionar este factor?

–Es cierto que la adolescencia es un proceso convulso, pero para nada tiene que ser una etapa conflictiva si aprendemos a respetar el cambio que se está produciendo en nuestros hijos. No debemos empujarles a comportarse cómo los mayores, ni intentar que se sigan comportando cómo los niños que eran.

En realidad, la solución pasa por estar a su lado para saber lo que les sucede.

–En la Academia Despegamos tienen una ‘Escuela de madres y padres’, ¿en qué consiste?

–Ofrecemos cursos y talleres, ahora online, en los que damos herramientas y recursos a los padres para que puedan acompañar a sus hijos a mejorar su estado emocional y su rendimiento académico.

Los padres y madres podemos aprender a detectar todo lo que estamos trasladando involuntariamente a nuestros hijos con nuestra forma de actuar. Nuestras carencias emocionales afectan, sin que nos demos cuenta, a su forma de ser. Por eso, una mejora en nuestro comportamiento acaba comportando automáticamente una mejora en ellos. Y esto es clave.

–¿Qué tipo de ayudas se pueden ofrecer directamente a los chicos?

–Los adolescentes que están pasando por problemas emocionales consideran que la culpa de sus problemas siempre viene del exterior. Para que tiren del carro y mejoren su situación personal y académica necesitan pasar a un estado de empoderamiento, de creer en ellos mismos y de considerarse responsables de sus propias vidas. Este cambio se consigue dándoles espacios donde puedan expresarse y donde aprendan a transformar sus preocupaciones y sus emociones negativas en otras positivas.

–A lo largo del proceso educativo los niños tienen que empezar por aprender a aprender, ¿en qué momento los padres pueden plantearse que este periodo de transición no está teniendo éxito?

– Hay niños a los que les cuesta abandonar la infancia y abrazar la adolescencia. Con estos niños, la maduración es más tardía, pero eso por sí solo no debería ser casi nunca un problema. El problema aparece porque el sistema educativo sigue su ritmo estandarizado, el niño se queda fuera de juego y los padres, que nos preocupamos por su futuro, los presionamos y desaprobamos sin tener conciencia del origen real del problema. 

–Según los datos del Informe sobre España del Monitor de la Educación y la Formación de 2020, España tiene una de las mayores tasas de abandono prematuro de la educación y la formación profesional, ¿cómo valora este estudio?

–Es una situación que debería hacernos reflexionar a toda la comunidad educativa. ¿Cuantos estudios más tienen que aparecer para que nos demos cuenta de que tenemos que cambiar algo? Los alumnos no suelen tener problemas de capacidad, muchos abandonos son de alumnos que tienen mucho potencial, pero no los hemos acompañado a nivel emocional. Lo que tenemos que hacer, des de mi humilde opinión, es incorporar de forma inmediata la educación emocional en el colegio y aumentar el personal pedagógico  dedicado a la orientación.

Cómo he dicho al principio de la entrevista, lo más importante en la vida y en el rendimiento escolar siempre será ‘estar bien’. Si lo conseguimos, luego podremos centrarnos en ‘saber hacer’ .