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EJERCICIO FÍSICO Y RENDIMIENTO ACADÉMICO

DM Mar 23

¿Hasta qué punto una herramienta tan sencilla y accesible como el ejercicio físico puede tener un impacto tan grande en nuestro cerebro? Muchos alumnos me miran sorprendidos cuando les digo que si practican ejercicio físico rendirán más en sus estudios o que en época de exámenes tienen que intentar sacar todos los días un rato para hacer ejercicio porque eso mejorará la calidad del estudio. Y es que son muchos los estudios publicados que revelan los beneficios del ejercicio físico en la salud cardiovascular, la diabetes o la obesidad, pero no ha sido hasta hace unos años atrás, que se ha empezado a entender qué es lo que ocurre en el cerebro de una persona que hace ejercicio y qué beneficios reportan esos cambios cerebrales en su día a día.

En primer lugar, es necesario comprender que el cerebro no es inmutable, si no que está en constante cambio. El cerebro humano se adapta a su entorno alterando sus propiedades funcionales y estructurales, y a eso lo llamamos neuroplasticidad. La neuroplasticidad da lugar a mejoras en el aprendizaje y en la adquisición de habilidades cognitivas, atencionales, espaciales y emocionales. ¿Y qué papel tiene el ejercicio físico en todo esto? Pues bien, los estudios llevados a cabo en humanos y animales sugieren que la actividad física facilita la neuroplasticidad de ciertas áreas cerebrales y como resultado mejora las funciones cognitivas en todas las etapas vitales permitiéndonos responder a nuevas demandas de la vida con adaptaciones comportamentales. Es más, algunos estudios sugieren que la combinación de ejercicio físico y entrenamiento cognitivo podría tener un efecto sinérgico a este nivel.

¿Y cuáles son los mecanismos neurobiológicos que subyacen a las mejoras inducidas por el ejercicio físico? En realidad, no están completamente claros, pero poco a poco empiezan a esclarecerse algunas incógnitas. Una de las hipótesis más aceptadas es la ´hipótesis neurotrófica´ que dice que en respuesta al ejercicio físico se produce un aumento en la liberación de una sustancia química llamada factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF) lo cual desencadena cambios estructurales y funcionales en el cerebro resultando en mejoras en las funciones cognitivas. Pero ese no es el único mecanismo, ya que también aumenta la producción de otras sustancias llamadas miokinas, producidas por el músculo, que generan asimismo un efecto positivo en la cognición.

Que el ejercicio físico sea capaz de producir cambios en el cerebro es verdaderamente fascinante, pero que esos cambios afecten a funciones que adquieren especial relevancia durante la infancia y la adolescencia es un dato que apoya la necesidad de que esta población dedique más tiempo a la práctica de ejercicio físico. De hecho, hay sólida evidencia que indica que el ejercicio cardiovascular, por ejemplo el entrenamiento de resistencia o aeróbico, tiene importantes beneficios en algunas funciones cognitivas, por ejemplo en las ejecutivas, debido a modificaciones en el lóbulo frontal del cerebro. La función ejecutiva está relacionada con la capacidad de organización y planificación, lo que facilita por ejemplo, la adquisición de autonomía en la realización de tareas de la vida diaria, escolares, etc. y de ahí, la importancia que tiene que los más jóvenes participen en actividades deportivas.

En los últimos años diversos estudios han comprobado los efectos positivos de la implementación de un programa de ejercicio físico en los centros educativos para mejorar los niveles de comprensión y fluidez lectora, resolución de problemas aritméticos y algebraicos y mejora del rendimiento académico general. Por supuesto, a esto habría que sumar los beneficios a nivel físico, emocional y psicosocial.

Por tanto, inculcar la práctica de ejercicio físico en los niños y adolescentes es absolutamente necesario en la sociedad para asegurarnos que se desarrollan física y psicológicamente sanos.
Dos de los pilares fundamentales para llevar a cabo esta labor son, por un lado, los padres, que sirven de modelos para sus hijos, los cuales aprenden sustancialmente por imitación y, por otro lado, los centros educativos y la asignatura de educación física, que tienen un papel fundamental en la promoción del ejercicio físico y en destinar un tiempo suficiente a la semana a la práctica de actividad física y deportiva entre los más jóvenes.

Andrea Corrales Pardo
Psicóloga deportiva y doctora en biología molecular. Profesora de
psicología del deporte y
psicofisiología en la Universidad Europea del Atlántico.