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“En definitiva, convertirnos en mejores seres gracias a nuestros hijos”

DM Oct 16

Carolina Solano Ruiz

Cuando la gente me pregunta ¿Qué significa educar en el crecimiento personal ? A mi se me ocurre de una forma espontánea y casi sin pensar, que significa crecer con tus hijos mientras aprendes a compartir tu vida con ellos, y a conocer la verdadera entrega a otro ser humano, que te necesita y además te tomará como ejemplo para el comienzo de su vida independiente.


Parece un concepto algo complicado, pero en realidad es una de las misiones más completas y significativas que podemos realizar en la vida. Cuando comenzamos la tarea de la crianza de nuestros hijos, comenzamos de una forma paralela una evocación de nuestra propia infancia y durante el proceso pasaremos por muchos estados emocionales que en algunas ocasiones nos resultaran difíciles de gestionar. 

Otras veces tendremos sentimientos de gran intensidad agradables o desagradables, esta situación nos hace cuestionarnos quiénes somos y qué necesitamos para realizar esta tan importante tarea de la educación de nuestros hijos.


Todos los padres y madres que tienen conciencia de su tarea, quieren hacerlo lo mejor posible y son capaces de aumentar sus capacidades para realizarla bien, pero hay algo que no nos ayuda, es la dificultad de gestionar nuestras propias emociones, encontrarnos con nuestros límites y la mayoría de las veces cuestionar a los que nos enseñaron a nosotros a educar. 

Romper con las herencias educativas y comenzar a ser adultos independientes, que toman sus decisiones frente a sus hijos es una de las dificultades que podemos encontrar en ese camino, las influencias del entorno , familia, amigos, sociedad… es un trabajo de crecimiento que llevaremos durante toda la crianza y que nos hará madurar y convertirnos en personas más completas y llenas de experiencia. Otro reto educativo será el afrontamiento de las dificultades que tuvimos a lo largo de nuestro crecimiento, obligándonos muchas veces a resolverlo en beneficio de nuestros hijos, evitando así las proyecciones que irremediablemente nos encontraremos cuando nos empaticemos con ellos. 

Para que nos sirva de ejemplo, aquella mamá bailarina que nunca pudo bailar y prácticamente enfoca a su hija a ser bailarina, o aquel padre frustrado por que nunca jugó bien al fútbol y su frustración le obliga a tener un Messi como hijo…se que son unos ejemplos tópicos pero quizá nos ayuden a entender que nuestro crecimiento es esencial para elaborar una educación desde la escucha a nuestros hijos , respetando su forma y sus deseos de quien quieren ser. 

No confundamos este respeto con la permisividad o la falta de guía al caminar en su crecimiento, se trata más de abrirnos a un amor más incondicional y lleno de escucha, a un amor sin exigencias, pero no a falta de cierta disciplina e influencia. Se trata de aprender a ponernos entre paréntesis y dejar que el amor por nuestros hijos pueda fluir para poder realizar una educación más centrada en ayudarles a ser auténticos, independientes, con autoestima y seguridad en sí mismos , después y con el tiempo ellos sabrán realizar su camino.Nunca olvidemos que es su camino.

Ahora el nuestro es aprender el verdadero amor incondicional , la madurez emocional y la responsabilidad de la labor de educar.


En definitiva, convertirnos en mejores seres gracias a nuestros hijos.